Indumentaria de la región central
Las circunstancias que se reflejan en esta indumentaria son las que moldearon a hombre y mujeres en
tiempos remotos; la aridez del suelo que reclamaba una entrega total para su aprovechamiento, la ferocidad del medio y lo extremoso del clima. Bajo estos elementos además de la documentación en fotografías y la visita a diferentes municipios de la región, en el año de 1959 las inquietudes del maestro folklorista Jesús Daniel Andrade González, se vieron coronadas al diseñar el traje que hoy conocemos como típico de esta región central.
Las circunstancias que se reflejan en esta indumentaria son las que moldearon a hombre y mujeres en
tiempos remotos; la aridez del suelo que reclamaba una entrega total para su aprovechamiento, la ferocidad del medio y lo extremoso del clima. Bajo estos elementos además de la documentación en fotografías y la visita a diferentes municipios de la región, en el año de 1959 las inquietudes del maestro folklorista Jesús Daniel Andrade González, se vieron coronadas al diseñar el traje que hoy conocemos como típico de esta región central.
Tomando en cuenta que en esta región se bordaba poco y
casi no se hilaba, el encaje de bolillo era común y suplía los bordados en
blusas y faldas; se acostumbró el alforzado, el fruncido y el abullonado, estas
características pueden apreciarse en el traje que a continuación se describe y que consta de
dos partes: blusa y falda.
La falda: está confeccionada en paño de lana, gabardina o casimir en colores
oscuros o claros en tonos pastel sin llegar a los brillantes, el corte es a
base de 12 cuchillas con seis pliegues escondidos que se le llaman
“pastelones”, se adorna con un listado de cintas de terciopelo, moaré o
abarrotada interrumpido este por altas y bajas sin llegar a la greca siendo
seis en total los que se dibujan en la falda, terminando el adorno con grandes botones forrados
del mismo material de la cinta, debe cuidarse el ritmo de color en los materiales, además si
se va a usar encaje se debe seguir el mismo ritmo de coloración alternado con
las cintas y listones.
El
peinado y accesorios
:en el peinado para el traje típico el cabello va totalmente recogido con un
partido por la mitad y cubriendo la parte superior de la orejas, en la parte
trasera se hace una o un par de trenzas que se acomodan elegantemente en forma
de 8 acostado, para concluir el peinado se adorna con una peineta dorada que se
coloca sobre la cebolla, o un par de peinetas pequeñas doradas o con pedrería a
los lados a la altura de las orejas, se acostumbraba el uso de aretes mamones,
si se usaba cuello alto portaban camafeo o prendedor y también se acompaña con
abanico español.
El
calzado: usaban dos tipos de
calzado, la bota Carlota en dos tonos, negro-gris, o el choclo español tipo
abuelita con tacón de carrete.
De esta manera podemos afirmar lo que dice el maestro
Andrade en su libro “Hechos y testimonios de Nuevo León”: es una trasposición
de lo usado generalmente por nuestros antepasados y con las proporciones y
necesidades estilísticas de la época presente, en este atuendo se demuestra un
gran respeto por la mujer norteña.
Atuendo
del varón: la indumentaria del
varón en la región central es igual a la descripción del hombre regional, solo
que el pantalón y camisa confeccionadas en tela de la mejor calidad usando
casimir y lino respectivamente ; además el uso de la “cuera” de gamuza o
carnaza que es una chaqueta con barbas que nos recuerda las incursiones apaches
por esta región; cabe mencionar que la
cuera neolonesa se caracteriza y diferencia de la tamaulipeca en que
siempre ha sido de barbas largas y delgadas y no se acostumbraba el adorno con
figuras de otro color, acompañado el atuendo con paliacate o mascada de seda al
cuello, ancho cinto con gran hebilla cincelada de plata, acero, cobre u oro y
finalmente sombrero de lona o fieltro.
Dónde puedo comprar esa chaqueta
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