De Europa llegaron a
finales del siglo XIX y durante la época porfiriana varios ritmos musicales que
fueron del gusto de la clase media, la burguesía y la afectada aristocracia.
Entre ellos citaremos: el rigodón, las cuadrillas, la mazurka, la contradanza,
la galopa, el vals, los lanceros, la redova, el shotís, la polka, etc., ritmos
que recorrieron los salones, patios y casinos de nuestro país.
Estos ritmos tenían características muy particulares:
El Rigodón:
Fue un baile popular de la Europa de los siglos XVIII y XIX, introduciéndose en
los grandes salones. Se bailó en grupos con un número para de parejas,
interpretándolo con sencillas figuras. Sería el principio y la base de la
cuadrilla.
La Cuadrilla: Fue un baile de figuras provenientes de los bailes aldeanos del final del siglo XVIII y luego de gran popularidad en el siglo XIX al introducirse en los grandes salones con un “X” número de parejas por pares, formando un cuadro en cuyos vértices se colocaban éstos. Enloquecía la vertiginosidad del vals (ritmo que no ha decaído nunca y ha llegado a nuestros días), muy popular en toda Europa, sobre todo el vienés ya que fue probablemente el más famoso de todos los bailes de salón, interpretándolo en parejas individuales, que se deslizaban a través de una serie de vueltas graciosas y en remolino vertiginosamente. En el vals vienés, las parejas giran en una sola dirección. En México, el vals se hace romántico y se ejecuta un poco más lento y con algunos remates. Al llegar a América rápidamente se popularizó y se hizo característico.
Muchos
competidores de la localidad compusieron valses que emularon el buen gusto de
las diferentes clases sociales, de entre ellos, el vals “Salvador” que hoy hace
llorar a nuestros abuelos, bisabuelos y gente de más de 80 años; es como un himno
que les recuerda el antaño de sus costumbres, familias, kermeses, saraos, etc.,
de fines del siglo pasado y principios de éste, recordando estudiantinas de
varones, de las damitas (con arpa, violines, mandolinas y guitarras), orquestas
de clase media y grandes y refinados conjuntos orquestales, todos
regiomontanos.
La Mazurka:
Fue baile popular polaco, con ritmo de ¾, que siendo del gusto de la sociedad
en el siglo XIX evolucionó hacia los grandes salones. Este ritmo sin tener los
giros vertiginosos del Vals, sí fueron característicos su elegancia,
ampulosidad y deslizamientos; de entre las Mazurkas llegadas de Francia, “La
Varsoviana” fue el ejemplo típico amén de hacerse muy popular en toda la
República.
Como es de entenderse, la Mazurka en la aristocracia se hace presente en las actitudes, meneos y evoluciones sumamente afectadas y sobrias. En la clase media y sobre todo, en el populacho; su interpretación es más libre, fastuosa y sin afectamientos. Los compositores locales de aquel entonces, compusieron varias, pero al respecto de “La Varsoviana”; tuvo características muy singulares en la sociedad regiomontana y en la burguesía y clase media, trascendiendo al populacho, adquiriendo sus modificaciones, todo esto afectó a la sociedad texana que tenía amplios nexos con Nuevo León.
La Contradanza:
Baile de salón proveniente de los bailes aldeanos, también de finales del siglo
XVIII, y luego en gran auge en el XIX. Ejecutado por número par de parejas
colocadas en dos líneas una frente a la otra, formando complicadas figuras,
siendo de gran atractivo y diversión.
Simultáneamente
aparecen “Los Lanceros”, que no es otra cosa sino una cuadrilla ceremoniosa y
austera hecha para que los militares la pudieran ejecutar y tomar parte en ella
danzando con elegancia y distinción, ya que sus movimientos estaban ajenos a
cualquier meneo que afectara la autoridad, severidad y compostura propia de los
militares. Todos estos bailes de salón eran pretexto para que señores, damas,
jóvenes y señoritas se reunieran en salones y casinos, encabezados por un
instructor (muchas veces proveniente de Europa) que previamente reunía a esta
gente para entretenerlos, enseñarlos y así aprendían y gustaban de estos bailes
para lucirse en los grupos que tomaban parte en aquellas grandes ocasiones
sociales y competiciones. (Aristocracia)
Las
danzas y bailes antes mencionados, resultaron del gusto de la sociedad
nuevoleonesa, quizá por sus antecedentes raciales y étnicos, adoptaron una
característica propia y peculiar, imprimiéndosele un carácter jocoso y ritmo
excesivamente marcado, producto de la mofa que el pueblo mexicano que vivió la
marginación y prohibición para participar de las fiestas aristócratas realizo
hacia los europeos. (Clase media)
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