jueves, 26 de noviembre de 2015

Costumbres y tradiciones de Nuevo León

La quema de la candelilla en Higueras

Higueras es una pequeña cabecera municipal ubicada al norte del estado de Nuevo León que vive
apaciblemente durante casi todo el año pero en fechas especiales, las rutinas se alteran. Durante la octava de la Virgen de Guadalupe la cotidianidad se ve trastocada sobremanera, y más aún en la víspera del 12 de diciembre, cuando se celebra la muy singular y tradicional fiesta de la Candelilla.
La candelilla es una planta herbácea que pertenece a la familia de las Euforbiáceas y crece de manera silvestre en las zonas semidesérticas del norte y noreste del país. Aquí en la región de Higueras solamente la utilizan para esta fiesta en particulares, alcanza hasta metro y medio de altura, tallo color rosado, hojas pequeñas y cerosas.


La preparación de este festejo es un ritual que se inicia días antes del 11 de diciembre, los habitantes acuden en familia a las lomas cercanas al pueblo, a cortar las ramas de un arbusto denominado candelilla. Para esta celebración se hacen varias pilas de ramas de candelilla, de aproximadamente dos metros de alto cada una, tanto enfrente de la iglesia como en las calles aledañas; de acuerdo con los lugareños, existe un rito específico para traer las ramas de esta planta previo a la festividad.
En primera instancia, la persona normalmente hombres tiene que ir a los cerros a cortar la candelilla y cargarla en sus hombros hasta regresar caminando al pueblo, a guisa de penitencia. Hay que trozarla con las manos o con los pies, jamás con machete o cualquier herramienta cortante porque, según la tradición, si así lo hacen no arderá en la noche de la fiesta. Sin embargo, hay quienes argumentan que esto es una simple creencia aunque, de todos modos, y por si acaso, prefieren mantener la costumbre de cortarla con sus manos y cargarla en sus espaldas y nunca en vehículos motorizados, carretas o lomo de bestia.


Cada familia dona una porción de candelilla a la iglesia. En el atrio de la misma y en las banquetas de cada casa se edifican gavillas con las ramas colectadas.
El día once por la mañana el festejo da inicio con la Carrera Tradicional de la Rosa, donde los jóvenes de los municipios vecinos participan en carrera de relevos llevando una rosa de plata, la cual se deposita en el altar de la iglesia de Guadalupe.
Por la tarde acuden cientos de matachines que danzan en honor a la virgen. Para la ocasión viene el obispo de Monterrey; ya que esta es una fiesta de gran relevancia. Los clérigos se preparan para entrar; pero un grupo de matachines, compuesto exclusivamente por mujeres, con una danza les va abriendo paso entre la multitud. Minutos después inicia la solemne misa. Una hora más tarde, a eso de las nueve, la misa concluye. Toda la gente sale del templo, detrás de los matachines y los sacerdotes. Ya en la calle, el obispo bendice las pilas de candelilla, también llamadas luminarias, una por una con agua bendita mientras las campanas repican
sin cesar, posteriormente las encienden sin necesidad de utilizar combustibles, ya que las plantas contienen cera, el momento cumbre ha llegado: la quema de la candelilla.
En unos minutos las luminarias se convierten en brasas, y los fuegos artificiales iluminan el cielo, se enciende el castillo de pólvora mientras los danzantes comienzan a retirarse.
En la plaza principal se instalan juegos mecánicos y se expenden toda clase de antojitos y platillos norteños condimentados con orégano, dulces de leche, cabrito, fritada y los famosos empalmes. La música no se hace esperar y la plaza repleta de gente espera el baile popular con grupos norteños y fara fara.

En punto de las doce el pueblo se reúne nuevamente en torno a la iglesia para cantar las mañanitas a Nuestra Señora de Guadalupe, las personas elevan sus oraciones y dan su agradecimiento. El baile se extiende hasta la madrugada.




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