Fiesta de Villaseca, Linares
Linares es un municipio ubicado al oriente del estado, año
con año se realiza la fiesta en los meses de
julio y agosto. En esta feria se rendía
culto al Cristo de Villaseca y hermanaba a las rancherías y a la población linarense.
La capilla estaba enclavada en el corazón de Villaseca; la iniciación de la
feria es un ritual que se conserva casi intacto hasta nuestros días.
De acuerdo a la historia en el año de 1540, existió un
noble llamado Alonso de Villaseca, rico minero, cristiano fervoroso y de
profunda fé, conocido y reconocido por su bondad y enorme caridad hacia los más
necesitados. Los cuales daban ferviente testimonio de su desinteresado apoyo
comunitario y manifiesta solidaridad
social.
Don Alonso, era
querido en todas las regiones que circundaban todas sus posesiones, por su
incondicional amor al prójimo. Mando traer de España, tres hermosos cristos.
Enviando uno a Ixmiquilpan y los otros dos a sus minas de real de Zacatecas.
Fallece Don Alonso en 1580, pero se supo que en su
testamento, había tenido como última voluntad, entregar uno de los cristos a la
iglesia del mineral de la cata en la villa del Real de Minas de Guanajuato; Sin
embargo pasaron 38 años sin que su decisión se cumpliera, y es hasta que en el año
de 1618, finalmente trajeron al Cristo, conociéndole desde entonces y hasta la
fecha como el señor de Villaseca.
Los pobladores le dan un gran sentido de devoción a la
celebración religiosa con una alegre procesión, y la llegada de danzantes y
esperan con ansia la fiesta popular que viene después.
La fiesta inicia con las riesgosas carreras de caballos,
que son muy bien vistas por la gente, los osados jinetes que conducen esos
briosos corceles, participan empujados por el orgullo, la necesidad o por revancha.
También se realiza un famoso juego que hasta la actualidad sigue intacto, este
es el “palo encebado”. En el que los hombres intentan trepar un palo grueso
enterrado verticalmente y cubierto de una resbalosa capa de cebo, que impedía a
los concursantes llegar a la cima para obtener su premio. Otro juego esperado
por los campiranos es la “chiva enterrada”; y consiste en sepultar una chiva
viva hasta el cuello, los jinetes se colocan a una distancia considerable y se
impulsaba, al acercarse a la chiva con un rápido movimiento se deslizan hacia
un costado del caballo para intentar sacar a la chiva enterrada; este concurso
se realizaba en un lugar retirado y con suficiente espacio para los jinetes.
Un aspecto que vale la pena mencionar es que en la antigüedad
a esta fiesta no asistían los denominados como la “clase alta”, eran
principalmente gente humilde la que daba sabor y realce a dicha fiesta
linarense.
El día transcurre con alegría y tranquilidad, hasta que cae
la noche y el pueblo se dispone a iniciar el baile
y la feria. el baile es amenizado por quienes ostentan como principal baluarte
de la música linarense: “Los tamborileros”, que son personas extraidas del
pueblo que se hacen acompañar por los instrumentos tradicionales de la región,
el clarinete y el tambor.
Al terminar el baile se daban por terminadas las
actividades de ese día en la feria, esperando hasta el día siguiente para
continuar con una tradición que ha perdurado a través del tiempo, habiendo
conservado casi su esencia original con un toque de espontaneidad.